Mi confusión se agrandaba a cada momento. Pues los vampiros eran seres increíbles, apasionantes, poderosos y lo más importante: eternos, inmortales.
Eso era lo que importaba, mi hermana era ahora un ser poderoso que ya no necesitaba de mí, ya no necesitaba que la defendiera…y que me quería matar.
Dos dias después de su transformación nos cruzamos por primera vez y fue desastroso, la cicatriz de mi brazo lo demuestra.
Era larga, profunda, delgada e iba de mi hombro a mi codo. Hubiera muerto desangrado si Federico no me hubiera curado con sus poderes.
De repente alguien toco la puerta.
-Pase-dije con voz apagada.
-Soy yo-era la voz de Maria, ella y yo nos habíamos echo amigos casi íntimos en tan solo una semana.-Te traigo un mensaje.
-¿De quién?-ya me había acostumbrado, los vampiros tenían una sociedad muy elaborada, todos tenían una tarea: unos limpiaban, otros atraían a los humanos para ‘‘alimentarse’’ y otros eran los encargados de enviar mensajes por toda la casa, aunque solo se realizaba esta actividad cuando ésta estaba especialmente llena de gente o era muy grande.
Por otro lado ya no estábamos en la casa de Moreno, nos mudamos cuando Florencia me… ataco por primera vez. Aun me costaba un poco pensar en que lo había hecho intencionalmente, me costaba creer que bajo esa mascara de dulzura que me había demostrado toda su vida, había una arpía sin escrúpulos, pero ya estaba confirmado.
-De tu hermana.-inmediatamente me levanté de la cama, corrí hacia ella y la tome de los brazos.
-¿Qué dijo? ¿Qué dijo?-pregunte con total desesperación.
-Tranquilízate, o no te diré una sola palabra- me amenazo la pequeña.
La solté, me aleje un paso, me tranquilicé y le dije:
-Bueno, de acuerdo ¿Me podrías decir que dijo mi hermana?
-Claro-me dijo con una sonrisa.-me dijo que quería verte. Ven conmigo, te llevare con ella.
-No, no y no. No quiero hacer uno de tus viajes-odiaba la sensación que se producía al aparecerse en un lugar.
-Tranquilo, está en el piso de abajo.-me habló con un tono cómico, como si le causara gracia mi reacción, lo que es lo mas probable.
Salió de la habitación y yo inmediatamente fui detrás de ella. Caminamos hasta el final del pasillo y bajamos por las escaleras. Cuando llegamos al final de las escaleras me condujo a la cocina.
Cuando entramos a aquella habitación de la casa. Vi a mi hermana parada detrás de un mesa y una silla desocupada de frente a ella.
-Tranquilo estaré por aquí cerca.-me dijo mi amiga, me guiñó un ojo y se fue.
Miré a mi hermana y advertí algo, sus ojos azules se habían aclarado hasta convertirse en un color que era demasiado claro para ser gris y demasiado oscuro para ser blanco, indescriptibles.
-Siéntate.-me dijo con un tono triste pero cariñoso, el que solía usar cuando me daba malas noticias.
-¿Qué quieres hablar conmigo?- pregunté con desconfianza, lo que hizo que soltara una risa fingida.
-Supongo que me merezco ese tono.-dijo entristecida.-Quiero pedirte perdón, por como te trate, y por ambos ataques-algo en sus ojos me decía que estaba siendo sincera.-Pero debes saber que mis actitudes no cambiaran para contigo, esto es solo un descanso para notificarte de unas cuantas cosas.
-¿Qué cosas?-pregunté curioso, lo que la hizo soltar otra risa, pero esta vez más alegre.
-Extrañaba tu curiosidad-nos miramos a los ojos un largo rato dejando un silencio para nada incómodo, ella fue la primera en romperlo.-Federico y yo hemos tomado la decisión, aunque primero nos tomaremos un tiempo para prepararlo todo.-hizo un pausa corta y prosiguió.-Te borraremos la memoria, eliminaremos todos tus recuerdo sobre los vampiros y sobre mi,-me quedé helado, no por la sorpresa, me esperaba algo así, sino por el tono de tristeza en la voz de mi hermana- como ya te dije-continuo-nos tomaremos una semana para encontrarte un hogar donde nadie te conozca, y te instalaremos allí, te daremos recuerdos falsos para que puedas vivir tranquilo.
La observé fijamente, me levante de la silla, me acerque a ella y la miré cara a cara.
-Eres mi única hermana, eres lo que mas quiero, ningún poder podrá borrarte de mi memoria.-hice una pequeña pausa y proseguí-Puedes ocultarte de mi memoria, pero en algún momento te encontrara, y cuando ese momento llegue te buscaré.
Me miró fijamente a los ojos, lo suyos estaban vidriosos como si estuviera a punto de ponerse a llorar. Entonces levantó su mano, la puso en mi frente y todo se volvió negro.
Desperté y lo primero que vi fueron las piernas de una mujer cubiertas por un delicado vestido celeste.
Me levanté y caí en cuenta de que estábamos en una carroza, y que esta estaba en movimiento.
-Despertaste-era la voz de mi hermana.
-Está un poco pálido-a su lado estaba Maria vestida con un vaporoso vestido blanco.
-¿Qué pasó?-le pregunté a nadie en especial.
-Te tuve que dormir. Te pusiste un poco emotivo.-me contó mi joven hermana.
-¿A dónde vamos?-interpelé con la voz un poco gruesa.
-Nos estamos mudando de vuelta-me contestó Florencia.-Esta vez nos vamos más lejos, lejos de Buenos Aires.
-Nos vamos cerca de donde me instalaran ¿Verdad?-cuestione, un poco dormido todavía. Me sentía muy cansado, como si no hubiera dormido en dias, pero a la vez estaba muy atento.
-Algo así-esta vez hablo la más pequeña.-Te instalaremos en Córdoba, pero estaremos viviendo en un pueblo de Entre Ríos.
El viaje estaba resultando largo y yo dormía de a ratos, a veces parábamos para que yo pudiera comer, ya que lo hacia mas seguido que ellos.
Me di cuenta cuanto nos aproximábamos al pueblo porque empezaron a aparecer casas pequeñas y un poco rústicas.
En un momento decidí sacar la cabeza por la ventana para ver que tan lejos estaba el centro del pueblo, vi algo que me sobresalto; una gran columna de humo negro que se extendía sobre el cielo. Rápidamente metí la cabeza de vuelta en la carroza y les hablé a las mujeres.
-Fuego, en el pueblo, parece que es un gran incendio.-Hable con la voz grave y ambas se miraron serias.
-Sostente-me dijo Maria, y de repente el carruaje cobró una velocidad increíble y antes de darme cuenta estábamos frente al incendio.
-¿¡Qué!?-grito Florencia-¡Nuestra casa!
De repente comenzaron a escucharse gritos en el interior de la casa, gritos de mujer.
-Hay alguien adentro-habló Maria.
No se de donde salio la valentía en ese momento, ni tampoco se porque no me detuvieron, pero salí corriendo al interior de ese infierno humeante.
Atravesé la ventana y caí en lo que parecía un salón. Los gritos continuaban y los utilicé para encontrar a la mujer atrapada. Continué corriendo hasta llegar a la habitación mas alejada de la salida.
Lo primero que vi fue el cuerpo de una mujer, el cual estaba totalmente desecho: le faltaban varias extremidades, y también le faltaba piel en varias partes del cuerpo.
Mientras miraba horrorizado la escena, escuché un gruñido que parecía animal.
Lentamente levanté la cabeza y me encontré con un par de ojos amarillos que explotaban de furia.
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