Cap 11
Pasando a la realidad”
Bella POV
Deje de bailar, paralizada al sentir los labios de Edward en los míos. Por un momento el miedo estuvo a punto de apoderarse de mi, pero no me alcanzó. Aquí estaba Edward, el hombre con quien semanas había soñado y fantaseado. Lo conocía bien, había estado a solas con él muchas veces. Conocía a su abuela, y además el quería besarme. Rodeo mis brazos alrededor de su cuello, mis dudas se disolvieron. No más dudas, no más miedos, sólo una increíble sensación de felicidad.
Edward metió la mano entre mis cabellos. Con una mano me sujetó de la cintura para acercarme más a él y con la otra sostuvo mi cabeza atrayéndome hacia él para intensificar el beso. Nunca me había sentido tan segura, tan atractiva, tan deseada. Olvidándome de todo cuanto me rodeaba, me dejé llevar por el maravilloso impulso de pegarme a él rodeándolo…
Edward se tensó de repente e interrumpió el beso. Yo lo miré perpleja y me dí cuenta que la puerta estaba abierta cuando seguí el trayecto de su mirada.
-Lo… lo siento muchísimo, señor Cullen- tartamudeó la mujer que la acababa de abrir. Era la señora de la limpieza roja como el tomate- He oído la música y creí que habían entrado algunos adolescentes.
-Tranquila Maggy, ya estábamos terminando- dijo Edward con un poco de rabia.
-Entonces me iré- dijo la mujer y cerró la puerta sin hacer ruido, probablemente sin poder creer lo que había visto.
Edward me miró y yo lo miré sin decir nada. Luego por fin reaccionó y con una ligera sonrisa dijo:
-Lo siento- dijo en voz baja- No debería haberte besado.
O sea, que para él iba a ser eso. Un error que debía olvidar. Logré convertir un suspiro de decepción en un encogimiento de hombros.
-No me importa- me obligué a sonreír- Podemos echarle la culpa a la música.
Edward pareció aliviado con mi reacción.
-Supongo que debemos continuar.
-Vale.
Hoy, la práctica de cocina estuvo de lo más pesado, ya que dentro de unos días iba a hacer la gran fiesta de caridad. Por eso Edward y Yo hicimos todo tipo de platillos, Postres, platos fuertes, pequeños aperitivos y otras cosas. Edward enfrentó una lucha contra el huevo y ganó. Eso sí, lo estuvo intentando unas cinco veces. Con cada platillo que hacíamos, el agarraba práctica y poco a poco aparecía una sonrisa en su rostro. Sonrisas de las que me quitaba el aliento, quería besarlo, amarlo…
-Supongo que ya hemos hecho bastante por hoy- dijo él- Te llevaré a casa.
Fuimos hasta el coche en silencio. Antes de poner el vehículo en marcha dijo:
-Si abres la guantera, encontrarás un CD y quizá te interese.
Lo saqué y leí la caratula.
-Verónica Lane al piano. ¿Es de tú abuela?
Edward asintió y puso el coche en marca, saliendo del aparcamiento.
-Me encantaría oírla tocar ¿Podemos escucharlo ahora?
-Puedes llevártelo a casa.
El coche se metió entre el tráfico y ninguno de los dos hablamos hasta que Edward detuvo el coche enfrente de mi casa.
-Sobre la fiesta…- dijo él entonces.
Esperé, cruzando mentalmente los dedos para que no me pidiera más lecciones. No podría soportarlo.
-He pensado que quizás quieras ir a la fiesta, como mi pareja.
Esta vez no sólo lo miré sino abrí a boca incapaz de articular palabra.
-Tú misma dijiste que te encantaba cocinar, además éste será muy elegante y te gustará-dijo con una sonrisa devastadora.
-Pero…yo…no…
-¿No crees que te lo has ganado Bella?
Estaba segura de que lo más prudente sería rechazar la invitación. Edward me mandaba señales contradictorias de estar lejos de él.
Edward apretó las manos en el volante.
-A decir verdad, debo confesar que cocinar al lado de Anthony Bourdain todavía me aterra y me vendría bien un poco e apoyo moral- me dedicó otra de sus devastadoras sonrisas-. Una compañera de fatigas, digamos.
Tragué saliva, me temblaba todo el cuerpo.
-¿Como una profesora animándote desde afuera?
-Exacto.
-Pero es una fiesta muy pública. Si voy como tu pareja todo el mundo lo sabrá.
-Yo diría que no tardarán en saberlo de todos modos. No creo que la señora de la limpieza se calle lo que ha visto hace un rato- Edward se encogió de hombros y apretó la mandíbula, mirando hacia la calle-¿Qué me dices?
-No…no lo sé.
Bajé la cabeza y vi el CD de Verónica que tenía en la mano. En la carátula, había una mujer sentada en un piano con un elegante vestido de noche plateado. Apenas podía ver en aquella hermosa mujer de unos cuarenta años los rasgos de la anciana abuela de Edward.
-No tengo nada que ponerme- dije contemplando la fotografía.
Edward soltó una risita.
-Eso se arregla fácilmente. En Rose Bay hay una fabulosa mujer que tiene una elegante tienda de ropa. Te mandaré a ella para que elijas.
¿En Rose Bay? ¿La carísima tienda? Debería estar loco.
-Yo me ocuparé de la factura.
-No puedo aceptarlo.
-No malgastes tus fuerzas Bella,estoy en deuda contigo. Si me ayudas a superar el mal trago del baile, me estarás haciendo un gigantezco favor.
-Sería más fácil aceptar sino me hubieras besado.
-Como jefe hablando a una empleada, te doy mi palabra, Bella- dijo sin mirarme y apretando con más fuerza el volante-. No soy un cerdo y no espero que te acuestes conmigo en pago por la invitación.
-Vale. No…no me lo esperaba. Pero está bien que haya quedado claro.
Edward posó sus ojos en mí y éstos tenían un destello divertido.
-¿Que te parece gracioso?- pregunté extrañada.
-No puedo creer que le este colgando un cartel de prohibida a una mujer tan encantadora.
¿Prohibida? Quizá no le temiera, pero estar enamorada de él era mucho peor. Quise decirle que “estar prohibida” para él no era lo que yo deseaba.
-¿Entonces aceptas?- dijo Edward, no aceptando una negativa-. ¿Vendrás conmigo al baile?
Estaba entre mis dudas. Una vocesita dentro de mí me animaba para que aprovechara la oportunidad. A fin de cuentas, para esto había venido a Forks, para vivir la vida al máximo.
-Esta bien, Iré.
Abrió la puerta.
-La fiesta es el viernes en la tarde. Tendrás que ocuparte de quien les llevará las flores a Verónica.
-Gracias por recordármelo- dijo con una sonrisa- Serías una estupenda asistente personal.
Preparé una taza de café y fui a la sala para escuchar el CD de Verónica. Casi inmediatamente me maraville de los hermosos sonidos que salían de ese piano. Me envolví en ellos por completo,la música era preciosa.
-Verónica es maravillosa.
Imaginé a Verónica joven, una mujer hermosa y llena de talento, y también imaginé a Edward, de niño jugando en el jardín de su abuela. Tontamente, sin ninguna razón, empecé a llorar.
Al día siguiente, llamé a Pttzn House para hablar con Verónica.
-¿Diga?- preguntó una voz
-¿Verónica?
-Si ,soy yo.
-Hola, soy Bella Swan. Edward me ha prestado su CD y sólo quería decirle que me ha encantado.
-Gracias Bella, te agradezco la llamada.
-Creo que su forma de tocar es maravillosa. Tanto que hasta me hizo llorar.
-Gracias querida- tras una pausa Verónica preguntó:- ¿Me has dicho que Edward te ha prestado el CD?
-Sí.
-Vaya, vaya. Tengo entendido que vas a ir al baile con él.
¡Como volaban las noticias!
-Sí, asi es. ¿Se lo ha contado Edward?
-Su hermana, Alice, me ha llamado esta tarde. Cuando le he dicho que ya te conocía, que habías venido a Pttzn House, se quedó estupefacta. Como ves, estás levantando un gran revuelo Bella.
No dije nada. En realidad no entendía nada lo que estaba pasando y no sabia que decir.
-Tendrás cuidado ¿verdad querida?
-No… no se a que se refiere- balbuceé perpleja todavía.
-Oh, ya entiendo. Entonces será mejor que no diga más.
-NO, por favor, dígamelo- le supliqué a pesar de que no tenía tanta confianza con hay algo que necesito saber por favor dígamelo.
Tras un silencio, la anciana dijo:
-Mi nieto nunca te haría dicho intencionalmente, Bella. Es un muchacho encantador y muy generoso. Si no fuera por él, yo no podría estar en esta carísima residencia y sus padres tampoco andarían viajando por todo el caribe, el sueño de su madre, pero me temo que Edward esta demasiado obsesionado con el trabajo y por sacar la empresa adelante. Su principal objetivo es no cometer los mismo errores que su padre.
Me hubiera gustado preguntarle que errores eran, pero eso sería una indiscreción por mi parte.
-Haría falta alguien muy excepcional para hacer olvidar a Edward el camino que se ha trazado. Aunque tengo la sospecha que tu eres una personal excepcional, Bella.
Su hubiera tenido más confianza con ella, le habría pedido que me lo explicara mejor, pero no lo hice. Mientras me despedía de Verónica me pregunté si la abuela de Edward pensaba que todas las mujeres que salían con su nieto oían campanas de boda.
Eran las seis de la tarde y Edward seguía metido en su despacho, trabajando aunque la mayoría de Cullen´sford ya se habían ido.
-Toc toc.
-¡Bella!- exclamó con una espontánea sonrisa-. ¿Que haces aqui tan tarde?
-Quería hablar contigo- dije levantando levemente el CD que tenía en la un asunto de trabajo.
-Oh- dijo él algo decepcionado-. Pasa y siéntate. Tú dirás.
-Bueno, quería que me confirmaras que puedo mandar el contenido de este CD fuera de la empresa. Gianna me ha dicho que es un trabajo urgente para ti, y que su ordenador no funcionaba bien…
-¿Gianna?- me interrumpió Edward- ¿Gianna te ha pedido que mandes sus correos?
-Sí.
-¿Por qué?
-Me ha dicho que tenía problemas con su ordenador. Últimamente me ha pedido algunas cosas. El otro día me pidió que guardara un montón de archivos a mi ordenador.
-¿Qué?
-Me dijo que eran copias de seguridad- dije incómoda.
-Tenemos procedimientos de seguridad muy buenos- dijo él alarmado tomando el CD y metíendo a su ordenador-. Gianna no necesitana utilizar tu ordenador para nada. Voy a echar un vistazo.
Unos segundos después, cuando apareció el listado de archivos en la pantalla, Edward palideció visiblemente.
-!Esta información es confidencial¡. Esto es el acta de la reunión de la junta directiva. Se supone que tenía que guardarla en un lugar seguro.
Edward necesitaba aire, asi que deshizo el nudo de su corbata. Él abrió otro documento.
-Esto es la estrategia de la empresa para los próximos tres años. Es el alma de la empresa.
-Pero…
-No habrás mandado nada ¿Verdad?
-No, no… no he mandado nada- dije tranquilizándolo-. Me habia parecido un poco raro y por eso preferí consultarlos contigo.
-Tranquila, has hecho bien- dijo pasándose una mano por su cabello despeinado-. ¿Y donde tenías que mandarlo?
-Aqui tengo la lista de direcciones que me ha dado- dije sacando de una carpeta la lista.
-¡No puedo creer que Gianna haya hecho semejante cosa!¡Tiene que llevar meses preparándolo- dijo Edward enojado-. Con esto podría podido hundir a la empresa,y a ti tambié estaba tendiendo una trampa. Quería que los correos salieran de tu ordenador para que cuando se descubriera todo, te echaramos la culpa a ti.
-¿Como se ha atrevido a hacerme algo asi?- dije con los ojos llenos de lagrimas.
Edward se acercó a mí y me tomó las manos.
-Seguramente por que pensó que eras una presa fácil.
Cerré los ojos y las lágrimas empezaron a descender por las mejillas. Edward me las secó con los pulgares y me dijo en voz baja:
-Me has salvado, Bella. Has salvado la empresa, y me has salvado a mi.
Abrí los ojos y esboce una sonrisa.
-¿Como puedo darte las gracias?- susurró él con ternura-. Se me dan bien las flores y las cenas, ¿Pero que más puedo ofrecerte , Bella?
Durante un rato permanecí en silencio, mirando el ordenador y luego levanté la cabeza y le dijé:
-Creo que lo mínimo que puedes hacer es volver a besarme.
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El jefe y la recepcionista Cap 11
Por Sarah Catheryn
Publicado a las 11:39 p. m.
4 comentarios
Acerca del Autor
Nos dedicamos a brindar información a todos los fans de la Saga Crepúsculo. Desde entonces nos hemos encargado de cubrir premieres, eventos, actualizar día a día nueva información sobre el cast. Después de que terminó la épica Saga en Noviembre del 2012, seguimos los proyectos de cada actor como corresponde.
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porfa porfa escribe los otros capitulos
ResponderEliminarOlas.!!
ResponderEliminarPorfa sigue subiendo los siguientes cap..
=D
SaLuDoS..
porfavor escribe maaaaaaaas! esta padrsima!
ResponderEliminarno te taaardeees!
Esa Gianna me caia mal desde el principio...
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