El jefe y la recepcionista Cap 21

capitulo 21

Karen Pttzn

"Estoy en mi burbuja de felicidad y dicha. Te amo"

BELLA POV

-¡Bella¡- gritó mi madre.
-¡Mamá! ¡Papá!- dije con lágrimas en los ojos- Que bueno que están aquí, ahora es todo perfecto.
-Oh! Hija mía, estamos tan felices por ti. En cuanto nos avisaron cogimos el vuelo más pronto.
-Que bueno que están aquí Sr. y Sra. Swan.-dijo Alice
-¿Tu eres Alice verdad?- preguntó Charlie
-Así es, mucho gusto.
-El gusto es mío, hiciste una fabulosa decoración.
-Muchas gracias, ese es mi trabajo como cuñada.
-Hija, te trajimos unos hermosos pendientes. Fue lo único que nos permitió Alice darte, dijo que se encargaría de todo.
 

-Muchas gracias, son hermosos.
-Bueno, ya es hora, vamos.
Charlie tomó mi brazo para bajar las escaleras y Alice y Reneé venían atrás de nosotros. Alice me había dicho que toda la familia ya estaba en la iglesia, junto con Edward. Tenía los nervios de punta, siempre quise este momento, pero nunca pensé que dolería el estómago.
Alice había rentado una lemosina para que fuéramos a la iglesia, le dije que no era necesario, pero era Alice, así que insistió. Llegamos ahí en no mas de 20 min. Era de costumbre que las novias siempre llegaran dos años después de a boda jaja, era tan patético, con Alice, se llegaba puntual. Todos aplaudieron cuando llegué, y enseguida se acomodaron en los asientos de la iglesia y tocaron el cañon de pachelbel. La marcha era lenta, así que trate de aminorar los pasos. Vi la cara de todos mis familiares y amigos, con caras de júbilo, uno y que otro saludo. Busqué mi objetivo, y ahí estaba, mi sol personal, mi premio, mi vida, mi alma, mi ser. El brazo de Charlie fue el que me impidió que saliera corriendo a sus brazos, estaba ansiosa por llegar hasta él, abrazarlo y besarlo, y estar ahí para siempre.
Como algo tradicional, Charlie puso mi mano en la mano de Edward y éste sonrió. Dijimos votos que se habían dicho millones de veces y yo casi explotaba de la felicidad. Voltee a ver a Edward, sus ojos eran como la mantequilla derretida e irradiaban de felicidad. Era increíble que esta persona fuera mía, para siempre.
-Sí acepto- logré contestar, ya que las lágrimas me brotaban y me formaban un nudo en la garganta.
-¿Usted Sr. Cullen?- preguntó el sacerdote.
-Sí, acepto- sus palabras fueron claras y victoriosas.
-Puede besa...
Hice una pequeña risita al ver que Edward había interrumpido al sacerdote, ni siquiera se esperó. Me besó con ternura. con adoración, que por un momento, me olvidé del lugar la razón, de mi nombre... Él tuvo que terminar el beso, ya que me había colgado. Oí unas cuantas gargantas carraspear y me ruboricé. Nuestros familiares se acercaron a darnos fuertes abrazos y palabras de dichas. Después, nos fuimos todos aún famoso y elegante hotel, donde por supuesto, era nuestra fiesta, admito que Alice tenía buenos gustos, aunque fueran de los más caros.
Me vi acribillada por los flashes de las cámaras, que no paraban ni un segundo. Me espanté un poco cuando vi el pastel, era enorme. Tenía unas hermosas decoraciones y en la punta, estaba el retrato de Edward y mío en un muñecos.
Cortamos juntos el pastel, Edward me dio su trozo y yo le di el mío. Todos se carcajearon, en especial Emmet, quien aullaba de risa al ver como me ruborizaba cuando Edward me quitaba la liga del muslo. Enseguida, Edward la aventó y le cayó a Ben y lógico, Ángela se puso contenta. Fue el turno de tirar mi ramo, y para mi sorpresa, lo atrapó Zafrina.
Edward y yo bailamos un ritmo suave, tocado por una orquesta famosa.
-¿Esta disfrutando de la fiesta Sra. Cullen?
Me reí.
-Creo que podré acostumbrarme.
Bailé con todos los miembros de mi familia, algunos tenían lágrimas en los ojos hasta llegaron a contagiarme.
-Hermanita- sonrió Emmet.
-Hey.
-Que tal, como te la estas pasando.
-Oh, realmente bien, todo es tan perfecto.
-Ya se lo que estás pensado- dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Que cosa?
-La luna de miel, cochinita.
-Ash! Emmet! ¿Tu no puedes vivir sin tus bromas pesadas verdad? Obviamente no! Te estoy diciendo que amo estar aquí y que me siento muy feliz.
-Tranquila, era una bromita Bell´s.
-Mas te vale Emmet.
-Emmet deja de monopolizar a mi esposa- gruñó Edward.
-Tranquilo, tranquilo.
-Si me permites- dijo Edward con una sonrisa- tengo que bailar con una hermosa dama.
-Si que estás loquito hermano.
Edward y yo bailamos por horas, todos estaban atentos a lo que hacíamos, ya que eramos el centro de atención. En ningún momento los flashes de las cámaras pararon, creo que hasta ahorita, llevaban como unas quinientas fotos, aproximadamente.
-Hija prométeme que nos llamarás en cuento llegues allá.
-Claro mamá.
-Te extrañaré Bella-dijo con una una sonrisa fingida.
-Oh vamos papá, no te pongas lacrimógeno.
-¿Quien se está poniendo lacrimógeno?- lo miré con recelo- Vale, yo.
-Descuiden, me cuidaré.
El gentío volvió a estallar en aplausos cuando Edward me besó en la entrada. La lluvia de arroz se disparó y Ed tuve que cubrirme con sus brazos. Rápidamente nos subimos a la lemosina, donde por el ventanal les dediqué un "Los quiero" a toda mi familia.
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Los hermosos rayos de sol me despertaron de mi sueño. Estaba bañada en sudor por el calor, y por estar abrazada a Edward.
-Buenos días dormilona.
-Buenos días. ¿En donde estamos?
-No te diré a donde vamos, pero te diré en donde estamos: En baja california.
-¡¿Que?¡- ¿ hasta acá habíamos llegado? ¿Cuanto tiempo dormí?
-¿Que te pasa?, no es mi culpa que hayas dormido tanto.
-¿Cuánto dormí?
-Doce horas.
-¡Doce horas¡ Me perdí de todo.
-Un poco- dijo con una sonrisa, mi corazón bombeó más rápido- Respira Bella.
Me ruboricé.
Edward condujo hacia mi destino "X" . Entre ratos apretaba mi mano, se me quedaba mirando y yo le sonreía. En una ocasión empezó a cantar una canción, se sabía la letra entera.
-Y sabes que eres la princesa de mis sueños encantados, cuantas guerras he librado por tenerte aquí a mi lado no me canso de buscarte, no me importa arriesgarte, si al final de esta aventura yo lograra conquistarte y he pintado a mi princesa en un cuadro imaginario...
-¿Qué cantas?- pregunté curiosa.
-Una de un cantante español. La letra me encanta, me recuerda a ti.
-Ah, ya.
Siguió la ruta, me traía perdida, ya que no conocía por estos rumbos. Llegamos a un aeropuerto, donde reconocí que estabamos en "La Paz" por una tienda deportiva. Condujo hacía una zona de yates.
-¿A dónde vamos?
-Ya lo verás.
Media hora y tres vasos de refrescos después visualicé una pequeña isla. ¿Nos dirijiamos a esa hermosa isla? No creo que... con Edward, todo era posible.
-¿Ves esa pequeña isla?- Asentí - Es mía.
-¡¿Que¡?
-Se la compre al presidente de aquí, para una inversión futura.
Lo veía y no lo creía, eso debió costar una fortuna. Cuando llegamos, Edward bajó las maletas, estaba anocheciendo. Era hermosa la casa del lugar, más grande que su apartamento.
-Que hermosa...
-¿Te gusta?- Asentí-. La hice cuando la compré. La renté algunos meses.
-Ya veo. ¿Edward que haces?- me estaba cargando.
-No soy nadie sino lo hago bien.
Me llevó cargando hasta la entrada de aquella hermosa casa. Entré. Por dentro estaba hermosa, la misma decoración que nuestra casa de Forks. Era perfecta, solo que había un poco de calor.
-Imaginé que este es el tipo de clima perfecto, digo, para estar todo el día en el mar.
Asentí un poco incomoda.
-¿Quieres tomar un baño nocturno conmigo?- preguntó, acariciándome con la punta de su nariz mi cuello.
-Sss...ii.
-Te espero en el agua.
¿Por que me ponía nerviosa? ¿Acaso no lo habíamos hecho mil veces? Edward siempre controlaría mis instintos.
-Edward...- se giró para mirarme, y le planté un beso, rodeándole el cuello con mis débiles brazos. El correspondió a mi beso, llevándome consigo a la orilla del mar...